Desde mediados de enero del presente año, el tipo de cambio ha
experimentado cambios bruscos que no son nada buenos para la economía. La
inestabilidad ni la volatilidad son buenas nunca en ningún mercado.
El precio del dólar depende, al igual que el precio de cualquier otro
bien, de la oferta y la demanda. Las variaciones de las Reservas Monetarias
Internacionales (RMI) netas del Banco Central de Costa Rica (BCCR) engloban, en
gran medida, el mercado de las divisas. Si las RMI caen es porque la demanda
global es mayor a la oferta global de dólares. Las cifras demuestran que las
RMI han estado cayendo en los últimos meses. Es decir, si las RMI están cayendo
es porque existe una presión real a la devaluación del colón respecto al dólar.
Las causas de una caída en las RMI pueden ser varias como la aprobación
del proyecto “Ley para desincentivar el ingreso de capitales externos” o la
reducción del programa de “estímulo” de la FED. Sin embargo, una devaluación
refleja, en última instancia, una pérdida de competitividad del país. Un gasto
público creciente acompañado de un deterioro cada vez mayor en los servicios
públicos, las constantes nuevas regulaciones y trabas para producir, las
amenazas constantes de nuevos y más impuestos, un desprecio al emprendedor,
todo lo anterior conlleva a un claro deterioro de la competitividad del país.
Pero, ¿qué hacer con el tipo de cambio? ¿Flotación administrada o bandas
más estrechas? ¿Mayor transparencia en las intervenciones por parte del BCCR?
Mi respuesta es: ninguna de las anteriores. Paul Samuelson, premio Nobel en
Economía, quien no es muy partidario de la libertad económica, estableció en
1947 los criterios bajo los cuales se podría justificar la intervención en los
mercados. El estableció que cuando un bien cumple con los criterios de
“exclusión”, el mayor bienestar se logra cuando este bien opera en mercados
libres y competitivos. Por ejemplo, una manzana cumple este criterio de
exclusión porque quien se coma una manzana, nadie más podrá. El tipo de cambio,
es decir, el dólar, cumple con el criterio de exclusión. Por tanto, según la
ciencia económica un tipo de cambio libre garantizaría el mayor bienestar
social.
Es típico de los Gobernantes culpar a los mercados. En Venezuela Maduro
culpa a los empresarios de la escasez y en Costa Rica se culpa a los
especuladores de la volatilidad del tipo de cambio. En teoría económica, el
especulador cumple una función estabilizadora. Para hacer de la especulación un
negocio, se debe comprar cuando hay excedentes y vender cuando hay escasez.
Este comportamiento contribuye a la estabilidad de precios, no a su
volatilidad. Los problemas no surgen de los especuladores sino de los gobiernos
que con sus excesivas regulaciones en el mercado de divisas provocan que los cambios
sean abruptos, en vez de suaves y pausados propios de mercados libres.
Sin embargo, la solución definitiva es cerrar el BCCR que ha sido un
martirio, yugo, y causa de pobreza para el pueblo costarricense desde su
creación. Cerrando el BCCR nos evitamos cualquier angustia cambiaria. Pero dejo
el cierre del BCCR para otra entrega.
José Joaquín Fernández.
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